Una fría mañana de diciembre, al oeste de Frankfurt, una niebla congelada colgaba de los árboles, y las nubes ocultaban el sol. Tiritando en una colina sobre la localidad de Morbach, contemplaba las palas de una turbina eólica de 100 metros de altura. A mis pies, un parque de paneles fotovoltaicos intentaba absorber la poca luz que había. ¿Quién habría dicho que Alemania iba a convertirse en el principal productor de energía fotovoltaica del mundo, con una capacidad de más de cinco gigavatios?
Una fracción de esa energía procede de parques centralizados como el de Morbach, relativamente pequeño, o el de Waldpolenz, un vasto parque solar de 110 hectáreas construido hace poco con tecnología de capa fina en una base aérea soviética abandonada cerca de Leipzig. Como el suelo es muy caro en Alemania, los paneles solares se montan en los tejados, sobre los establos e incluso encima de los estadios de fútbol y a lo largo de las autopistas. Aunque dispersos por todo el país, están conectados a la red nacional, y las compañías eléctricas están obligadas a pagar incluso a los productores más mo destos una tarifa de 50 céntimos de euro por kilovatio-hora.
«Nos pagan por vivir en esta casa», dijo Wolfgang Schnürer, residente en la urbanización Solarsiedlung («asentamiento solar»), en Friburgo. Fuera, la nieve se deslizaba por los paneles solares que cubren los tejados del complejo. La víspera, el sistema de Schnürer sólo había producido 5,8 kilovatios-hora, cantidad insuficiente para un hogar alemán. Pero en un día soleado de mayo había llegado a producir más de siete veces esa cantidad. Después de servirme café y galletas, Schnürer desplegó varios documentos sobre la mesa. En 2008, su planta eléctrica doméstica generó 6.187 kilovatios-hora, más del doble del consumo familiar. Tras restar el volumen consumido del volumen generado, el resultado fue de más de 2.500 euros a su favor.
El auge de la energía solar ha transformado la «soleada Friburgo», como la llaman los folletos turísticos. Al otro lado de la calle, frente al Solarsiedlung, hay un aparcamiento y una escuela cubiertos también con paneles fotovoltaicos. En el casco antiguo de la ciudad, altos murales fotovoltaicos reciben a los visitantes en la estación de ferrocarril. Cerca de allí, en el Instituto Fraunhofer de Sistemas de Energía Solar, se está desarrollando la tecnología de la siguiente generación. Uno de los proyectos utiliza lentes de Fresnel para concentrar 500 veces los rayos de sol, lo que aumenta la eficiencia del panel fotovoltaico estándar hasta situarla en un 23 %.
La demanda creada por el sistema de tarifas con primas que ha establecido el gobierno es lo que impulsa este tipo de investigaciones, según Eicke Weber, director del instituto. Todo aquel que instale un sistema fotovoltaico tiene aseguradas tarifas por encima del precio de mercado durante 20 años, lo que supone un 8 % de renta anual sobre la inversión inicial.
Por Michael Melford
Fotografías de Michael Melford
Fotografías de Michael Melford
National Geographics. Octubre 2009
NOTA: Edición de la revista National Geographics muy interesante, recomendada para todos aquellos que tienen interés en conocer sobre la aplicación de tecnologías que emplean energías renovables y de la situación actual de la investigación de estas tecnologías en diferentes países.
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